martes, 21 de abril de 2009

Del reporte...

Porcentajes:
96% del resumen hecho por mi padre 
(quizá más).
100% de corregir y adaptar el texto a formato digital hecho por mí.
4% de participación del interesado, creo que esto solo se da en mi familia. >_< 
Meh, abajo la máscara. No me agrada para nada hacer esto, no es que no disfrute la lectura, de hecho me agradó bastante la redacción del libro. Además de esto, hice paginas de tarea de su libro de matemáticas.

Verán, la cosa estuvo así:

Hace dos semanas, la familia convenimos, que sería muy difícil para mi hermano hacer la tarea en vacaciones, porque irían a casa de parientes y andaría con los primos de un lado a otro. Para no arriesgarla, mi padre propuso que él y yo la haríamos en ese lapso. Básicamente mi padre tomó esa como su responsabilidad, en aquel momento yo solo sabía del libro del que tenía que hacer reporte, pues yo fui quien propuso ese, por lo corto y ameno. Cuando mi madre y hermano se fueron, mi padre tomó el libro y yo ya no me preocupé. Mi papá, sin embargo, se vio envuelto en cosas del trabajo que le impidieron avanzar en la tarea de mi hermano, así que cuando ellos regresaron del viaje, la tarea estaba en cero y a dos días de empezar las clases. El sábado iniciamos el resumen del libro, pero fueron bastantes distracciones, mi padre insatisfecho, decidio que se pondría él con mi hermano. Mi hermano pasó el resto de la tarde jugando videojuegos.

Para el Domingo, la tarea se dividió entre los tres: mi Papá y mi hermano se encargarían del libro y yo mientras resolvería su tarea de matemáticas. Lo hice, no muy de acuerdo, con el afán de no discutir. Mi padre terminó leyendo y haciendo el resumen. Mi hermano lo escuchaba y medio escribía de vez en vez.

La tarea urgente ya la había resuelto yo, pese a que pudo haberse puesto a trabajar en eso desde el sábado. Como la que faltaba, del reporte, era para el martes, ambos estuvieron deacuerdo dejar las últimas paginas para el día siguiente. Así, mi hermano pasó la noche del domingo jugando al videojuego.
El lunes, que mi hermano regresaba a clases, quedé con instrucciones de primeramente explicarle a mi hermano la tarea que le resolví, copiar el resumen que hicieron el domingo, y tenerlo listo para que esta tarde que llegaran pudieran continuar. El resumen no lo pude terminar pero la fraccióbn que me faltaba era mkinúscula comparado a todo lo que ya había teclado. Despues de aclarar mis dudas con el texto continué rescribiendolo.

Hoy, he terminado de pasar las últimas paginas que trabajaron ayer. Pues mi 'tarea' de hoy era terminar su reporte. Bonita cosa, ¿verdad? Ahora mi hermano todo lo que tiene que hacer es pasarlo a su USB, imprimirlo y llevarlo a su respectiva clase.

No me malentiendan, no me molestaría ayudarlo si realmente lo viera interesado en resolver su tarea pero lo único que veo es que él ya da por sentado que mis padres, y yo por arrastre, haremos todo lo que esté en nuestras manos para impedir que (¡Ni lo mande Dios!) se saque una mala calificación por no entregar su tarea.

Repetidas veces nos la ha gastado: El viernes dice que no tiene Tarea, por no revisar; despreocupado juega el sábado y el domingo hace lo que quiere hasta en la noche, en algunas desafortunadas ocasiones después de que la mayoría de las tiendas y boticas cierran, cuando recuerda que ¡Oh Dios! Siempre si tenía tarea, y es una maqueta. Es de sobra contarles como la pasamos mi madre y yo entre esa noche y la mañana del día siguiente.

En realidad me preocupa porque todo esto es un mal, en algún punto el tiene que enfrentar las consecuencias de sus acciones. En algún momento el tendrá que salir de sus apuros por sí mismo.

Periquillo Sarniento - Reporte de lectura

Tarea de mi hermano, pero igual, este texto queda en línea como copia de seguridad. Jajaja. xD 

Sobre el Autor

José Joaquín Fernández de Lizardi vivió de 1776 hasta 1827). Durante su vida publicó diferentes folletos en versos a favor de reformas sociales y políticas; También fundó periódicos que terminaban censurados.

Uno de ellos, fue fundado en 1812, Lizardi llamó a su periódico "El Pensador Mexicano", cuyo nombre le sirvió de seudónimo. Su novena edición le costó ser encarcelado, pero en seis meses cambió tanto sus siguientes ediciones que fue puesto en libertad.

Comenzó a escribir su primera novela a finales de 1815,"El Periquillo Sarniento", que apareció por entregas y de la cual publicó los tres primeros tomos en 1816; el cuarto fue censurado por ideas contra la esclavitud. La novela no se publicó completa hasta 1830, cuando "El pensador Mexicano" ya había muerto.

Aunque Lizarde escribió tres obras más, "El Periquillo Sarniento" es considerada su obra maestra.


El Periquillo Sarniento

José Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827)

Fuente Imagen: Revista Digital Mercurio (FCC de la UANL)

Estando enfermo, 'Perico' decide dejar los cuadernillos de su juventud a sus hijos, para que conozcan los problemas por los que pasó y no pasen por ellos.


Nació en México, en la aquel entonces capital de la Nueva España. Fue bautizado Pedro Sarmiento y amamantado por una chichihua, Tomasa, quien lo maltrataba. Su madre lo consentía de más; también le metió ideas de monstruos que lo hacían espantarse por cualquier cosa de noche, aún cuando tenía diez años.


Cuando comenzó sus estudios, Pedro era llamado 'Pedrillo' por uno de sus maestros. En aquel entonces, Pedro utilizaba muy seguido un saquito verde y un pantalón amarillo, así fue que sus compañeros le apodaron "Periquillo". Haciendo burla de que se enfermó de Sarna, terminó siendo llamado "Periquillo Sarniento".


Pedro pasó de una escuela a otra, al terminar su educación básica, su padre quería que él aprendiera un oficio y su mamá quería que siguiera estudiando. En tres años terminó e hizo pésimas compañías, volviéndose el peor. Después entró al colegio de San Ildefonso para estudiar filosofía y obtuvo el título de Bachiller en Artes.


En casa lo recibieron con alegría y orgullo, y con una fiesta que duró hasta la madrugada. Unos días más adelante, lo mandaron a la hacienda de un migo de su papá. En la hacienda fue bien recibido, ahí conoció a Poncianita, la hija de los dueños. Januario, apodado 'Juan Largo' por su altura y, amigo desde su primer escuela también llegó a la hacienda, descubriendo su apodo delante de todos. Durante la comida también quedó al descubierto la falta de conocimientos de ambos jóvenes al tratarse temas como los eclipses y las cometas.


Por la tarde, Juan Largo convenció a Periquillo a torear becerros y consiguió que uno de los novillos lo lanzara dos veces por los aires. Tras esto, Pedro perdió el conocimiento.


Januario le jugó una broma más a Periquillo, fingiendo interés en ayudarle a formar una relación con Poncianita, consiguiendo que la dueña de la hacienda se llevara muy mala impresión de Pedro. Al día siguiente fue enviado de regreso a México.


Al regresar su padre le pidió a Pedro elegir entre una carrera de sacerdote, médico o abogado. Pedro consultó con su amigo Mario Pelayo, quien lo convenció de estudiar para clérigo. Pero como Periquillo empezó a faltar a clases, su papá lo hizo elegir un oficio. Una vez más consultando a su amigo Pelayo, se decidió convertirse en fraile, y con su ayuda logró entrar a un convento.


Nunca terminó de acostumbrarse a ser fraile y nunca hizo bien las tareas que se le encomendaban. Cuando ya pensaba en fingir una enfermedad para salir, llegó Januario a darle la noticia de que el padre de Pedro estaba gravemente enfermo. Cinco días después, Martín le da noticia de su fallecimiento y una carta que le había dejado. Entristecido, Periquillo se la aprendió de memoria, pero no tomó sus consejos. Sin embargo utilizó el suceso para hablar con el Padre y ser despojado de sus hábitos.


Antes de llegar a la casa se fue a comer con algunos amigos. Vivió con su madre en luto y fingiendo lo que no era. El 29 de Junio convenció a su madre de hacer una fiesta, para desprenderse del luto. Como ella se acostó temprano, en evento quedó a manos de Pedro y continuó hasta el amanecer, dejando la casa hecha un desastre.


Malgastando el poco dinero dejado por su padre, Pedro arrastró a su madre a vender propiedades y a mudarse de un cuarto a otro, sin poder pagar la renta pedida. Cuando su madre enfermó, Periquillo solo iba a verla para comer e incluso se enteró de su fallecimiento andando afuera de casa y no apareció en tres días para desentenderse de los gastos del entierro. La nana se fue y él dejó la casa para no tener que pagar lo que debía.


En su andar se encontró con Juan Largo y éste lo enseñó a hacer de cócora en los juegos. Empezaron a ganar su buen dinero con engaños y los gastaron en ropa y comida. Al acabarse su buena racha tuvieron que vender todo lo que tenían, además la gente de los juegos ya los conocían. Januario convenció a un Payo para que pusiera un montocito con la promesa de que Perico lo agrandaría, pero el montón se acabó. El Payo, enojado se llevó a Pedro a un cuarto, puso seguro y lo golpeó con fuerza hasta que los huspedes lograron forzar la puerta y lo salvaron.


Periquillo despertó en el hospital de San Jacome junto a un moribundo, que poco después murió. Juan Largo lo visitó para citarlo en un lugar que ambos conocían. Ahí Januario le contó sobre una viuda rica a la que planeaban asaltar, proponiéndole a Pedro que se quedara en el Zaguán. También le dio un rosario como recuerdo y protección.


La noche del crimen, unos guardias pidieron a Periquillo, por estar en la zona, que los ayudara. La viuda reconoció el rosario, que Januario había robado la noche anterior. Perico fue llevado a la cárcel. Ahí conoce a Antonio Sanchez, y ambos platican sobre su pasado.


Un día Don Antonio le anunció que saldría de la cárcel, pero que Pedro podía usar sus cosas en lo que las mandaba por ellas, incluyendo lo que guardaba en una cajita. El día que Periquillo decidió abrir la cajita, la encontró vacía, sospechando inmediatamente de 'Aguilucho', un compañero de la prisión. Afortunadamente al día siguiente recibió la visita de Don Antonio y su esposa, quienes le regalaron monedas y ropa. Todo lo perdió jugándolo con Aguilita.


El Aguilucho le jugó una broma diciéndole que estaba sentenciado a doscientos azotes en público, que hizo que Pedro cayera enfermo. Con la ayuda de un médico y un escribano se aclaró la mentira, y el escribano, como le gustó la letra de Periquillo, lo ayudó a salir y le pidió que trabajara para él, ofreciéndole techo.


Un día Chanfaina llevó a vivir con ellos a Luisa, hermana de un ladrón al que ayudó tiempo atrás. Perico la enamoró a espaldas de su amo, pero con un malentendido se descubrió todo y Pedro huye.


En la alameda, es reconocido por el antiguo barbero de su padre, quien le ofreció techo y un oficio que aprender. Ahí conoció a Andrés, también aprendiz. En una ocasión hablaron mal de la esposa y la hija del babero justo cuando está última los escuchaba. Ella los atacó y él tuvo que, una vez más, salir huyendo.


Pasó la noche en el arrastraderito donde se la pasaba Januario y por la mañana alguien lo recomendó con un boticario, quedando como ayudante en su casa con salario y comida. Cuando supo que sabía escribir y latín, lo nombró aprendiz.


Todo marcha bien hasta que un día al surtir una receta se equivocó de ingrediente y en lugar de poner magnesia puso arsénico. Su amo es por esto acusado de querer envenenar al enfermo. Pedro tuvo que salir de ahí y terminó trabajando para el Dr. Purgante.


Entre sus obligaciones, estaba atender a una mula mejor que a él mismo. Durante siete u ocho meses de observar al doctor, Periquillo creyó ya conocer de medicina y un día que el Dr. Purgante lo castigó por no darle de cenar a la mula, decidió robarle sus utensilios, títulos, libros y la mula, y escapó rumbo a Tula, encontrándose con Andrés en el camino. Una vez en Tula, Pedro se hizo pasar por médico y después de haber atendido a tres o cuatro enfermos lo reconocieron como un buen médico.


Todo iba muy bien como médico, hasta que llegó una peste, la cual enfermó a la gobernadora de los indios. Después de visitarla y recetarla por primera vez regresó al día siguiente para ver como estaba y se encontró con que había fallecido. Todos los indios lo culparon a él y lo atacaron a pedradas, así que tuvo que huir del pueblo y se dirigió a México. En el camino se deshizo de todo.


Llegando a México quiso vender el capote del Dr. purgante, el cual ya tenía reporte de robo; por eso le preguntaron que porque lo tenía él. Periquillo contestó que un desconocido se lo había vendido, pero que él podía llevarlos con él. Así acusó a un pobre diablo al cual se llevó la policía.


Esa noche, al ir pasando por una vivienda lo jalaron hacia adentro, era el mismo trapiento que unas horas antes acusó del robo de la capa. El le contó que era el menor de cuatro hermanos, hijos de un rico, y que vivía solo con su madre y sus tres hijos; No tenía oficio, ni dinero. Permitió que Perico pasara la noche en su casa y solo le pidió, para perdonarlo, que no volviera a pasar por esa calle.


Poco tiempo después, Perico ganó un billete premiado de tres mil pesos. Desde entonces vivió como rico, conoció a Mariana y se casó con ella. Mariana creía que Pedro era rico y se casó por interés. Al darse cuenta que no era así, comenzaron los problemas en el matrimonio. Estando embarazada y combinándose un mal parto y una mala partera, terminó Perico viudo y arrepentido.


Días después caminando por la calle, a la entrada de una vivienda estaba Luisa. Quiso hablar con ella, pero le dijo que estaba casada y que no quería problemas con él. Pedro la siguió adentro de su vivienda. Forcejearon, cayeron en la cama, y de pronto, su esposo, que estaba viendo todo, saltó sobre Perico y le clavó un puñal.


Pedro fue a dar a la cárcel y al hospital. Salió a los veinte días y se encaminó a misa en la parroquia de San Miguel, ahí me encontré un antiguo conocido, me dijo que era el sacristán y que necesitara un ayudante. El aceptó con la condición de que le dieran de almorzar y que lo tomara como aprendiz de sacristán.


Como aprendiz de sacristán, en una ocasión, preparando el entierro de una mujer, Pedro notó que algo relumbraba en la mano de la mujer. Entones le propuso a su camarada ir por eso. Esa noche fueron a quitar la tierra de encima y a sentar el cadáver, para apoderarse de pulseras y ropas finas, pero mientras lo hacían salió un fétido y sonoro gas al cuerpo, al mismo tiempo que un gato tiraba la vela con que se alumbraban. El susto fue tan grande que se desmayaron. A la mañana siguiente los encontró el sacristán, quien corrió a Perico.


Pedro estuvo vagando con hambre, frío y enfermo hasta que un vagabundo lo invitó a que lo acompañara a su casa, donde llegaron otros vagabundos, que dejaban en la pared sus muletas y los parches falsos y lo invitaron a que hiciera lo mismo. A la siguiente mañana, Periquillo intentó hacerse pasar por ciego, pero un tendero lo reconoció y le propuso entregar a los falsos vagabundos a cambio de su libertad. Así lo hizo. Además, le ofreció trabajo como escribiente en Tixtla.


En Tixtla todo era abusos. Una vez que los indios denunciaron esto, lo culparon a él de todo y como sentencia lo enviaron como militar al servicio del rey a Manila, ahí el coronel lo hizo su asistente.


El coronel era buena persona, bien instruido, porque era militar y buen jurista. Pedro llegó a quererlo y a respetarlo como a su padre y llegó el día en que partieron hacia Manila.


Un día enfermó el primer piloto y dejó encargado al segundo, este se durmió, entonces el barco encalló en un banco de arena. Para poder sacarlo se decidió aligerarlo tirando por la borda los baldes con dinero de los comerciantes a bordo y marcando la zona con boyas. El comerciante más egoísta pensó que había perdido su dinero y decidió ahogarse en el mar. Con esta acción el barco se liberó y tres meses después desembarcaron en Cavite.


Durante ocho años que estuvo en manila fue un hombre de bien a toda prueba. Al termino de su condena era un hombre libre y con ocho mil peso. Dos meses después murió el capitán y le dejó más de tres mil pesos, en ese momento Periquillo deseó volver a su patria, por lo cual embarcó a la siguiente salida. La noche del séptimo día el barco naufragó. El pobre Perico fue rescatado por unos pescadores, quienes lo llevaron a un muelle en algún lugar cercano a la china. Ahí lo ayudaron algunos isleños y después apareció el hermano del Virrey de la Isla, llamado Lamahoton, quien lo invitó a quedarse en su casa.


Tres meses después cuando ya hablaba su lengua, le preguntaron que hacia en México y les dijo que no trabajaba porque era el conde de la Ruidera. Con Limahoton estaba un español que dijo conocer todos los títulos de México. Pedro también les hizo saber su deseo de volver a México. Por su parte el conde mencionó que quería conocer otras tierras y Gobiernos.


El Chino, el español y Perico se embarcaron hacia México. El chino casi no traía equipajes ni monedas de oro, pero traía perlas y joyas. Después de tres meses llegaron a Acapulco y siguieron hacia México. Ya en la capital Pedro se encontró a Andrés, quien al reconocerlo inocentemente descubrió que Pedro no era ningún conde y que no tenía dinero, pero a pesar de eso lo aceptó como su sirviente y le puso salario.


Limahoton le pidió que le consiguiera un capellán, para que lo instruyera en todo lo relacionado a la religión y a lo que cualquier extranjero debería de saber. Hablando con sus conocidos, Pedro recomendó a Don Prudencio. Después el chino le pidió que consiguiera dos o tres mujeres bonitas, así lo hizo Periquillo, pero al llegar a la casa el capellán los hecho afuera y corrió a Pedro, además hizo que unos cargadores sacaran sus cosas y se las robaron, por su parte las mujeres, furiosas, lo golpearon. De esta forma, al amanecer estaba Pedro sin casa y sin dinero. Desesperado quiso suicidarse y se emborrachó para darse valor. Por lo mismo borracho no pudo atarse la soga y se quedó dormido. Lo ayudó una vieja india, dándole ropa y comida.En el camino se encontró con su gran amigo Anselmo, quien negó conocerlo por los andrajos que Pedro llevaba puestos. Unas personas tras ayudarlo, le recomendaron irse a Puebla.


Camino a Puebla se encontró con un grupo de bandoleros, que resultó ser su viejo amigo el Aguilucho. Se quedó con ellos dos meses, en los cuales aprendió a limpiar armas, a cambio de parte del botín. También atendía a los heridos, los cuales debido a su mala atención morían. Ahí también escuchó que Juan Largo también era capitán de bandoleros.


Un día salieron cinco cuarteros y regresaron cuatro, pues a uno lo habían matado los viajeros a los que intentaron asaltar. Buscando venganza, los demás pusieron pistolas y le pidieron que lo acompañaran para vengarse. Los viajeros ,ataron a Aguilucho y a su compañero. Pedro huyó a toda prisa al verse solo.


Dos días después, en su huida, camino a México encontró el cadáver de un ajusticiado colgando de un árbol. Se acercó a verlo más de cerca y se dio cuenta que se trataba de su amigo desde la infancia Juan Largo.


Estas últimas experiencias hicieron que él decidiera dejar ese tipo de vida. Al llegar a México se enteró que el viejo Don Martín se mudaba; que su hija Pocianita ya era monja y que lloraba por la muerte de su primo. Decidió ir a confesarse. Ahí encontró a Roque, su antiguo condiscípulo, quien fuese su amigo y criado. Ambos estaban contentos de tomar juntos la decisión de empezar el cambio de vida con una confesión; al termino de la cual Perico se dio cuenta de que su confesor era nada menos que Martín Pelayo, quien prometió ayudarlo y de inmediato lo presentó ante alguien que necesitaba ayuda para administrar un mesón y una tienda en San Agustín de las Cuevas.


Cierto día un niño le pidió de su auxilio para su madre enferma. Pedro le creyó y se dirigieron a su casa. Después de un instante se dio cuenta de que estaba en la casa de Don Anselmo, así que trabajó con esmero en ayudar a la mujer. Cuando Anselmo llegó no podía hablar de la vergüenza, pero Pedro lo abrazó para reafirmar su amistad. En San Agustín de las Cuevas, Perico procuró hacer el bien a cuantos le pedían su ayuda.


Un domingo por la tarde, después de cerrar la tienda, Pedro y su cajero andaban cazando conejos cuando vieron como un caballo desbocado con jinete chocaba contra una barda de piedra. Corrieron a ayudarlo y los recibió con una pistola, afirmando ser el hombre más perjudicado por los hombres en esta vida y narró parte de su historia. Con esto, el cajero se percató de que quien hablaba se trataba de Jacobo, el novio de Isabel quien era hermana de Tadeo, el hombre que fue injustamente acusado por Perico por el robo de la capa y ahora, el cajero de Perico. Tadeo explicó a Jacobo que su padre,quien había sido el culpable de las desdichas de Isabel y de Jacobo, había muerto y le propuso ir juntos a México; Tadeo a recibir su herencia y Jacobo a conocer a Rosalía con fines matrimoniales. Así partieron y Perico se quedó en San Agustín de las Cuevas por varios años más.


Quiso el destino que Don Antonio, su esposa y su hija Margarita, de diecinueve años, llegaran a pedir posada en su mesón. Al poco rato de platicar con Pedro, se reconocieron mutuamente. Perico pidió la mano de su hija. Se casaron, tuvieron hijos y un matrimonio feliz. Cuando murió su patrón, le dejó todos sus bienes. Por otro lado, recibió por esas mismas fechas una carta del chino expresándole que se regresaba a sus tierras.


Tiempo después, sintiéndose ya viejo, conoció un nuevo amigo, un tal Lizardi, escritor desgraciado en su Patria, conocido con el epíteto de 'Pensador Mexicano', quien se convirtió en padrino de su hijo Carlos. Pedro le entregó todas sus memorias para que él le diera formato y así sus hijos puedan aprovecharse de ellas después de su vida.


En fin, yo les recomiendo bastante leer este análisis de la obra. Al menos de lo que leí en el resumen de la obra, que entrega la SEP a las primarias, yo diría que es muy certero.