2008
El 29 de Diciembre me casé. Tuve la grandiosa idea de enviar la noticia el día de los inocentes. Así que doble agradecimiento para los que se animaron a asistir al registro civil, aún con la posibilidad de sentirse como tontos al encontrar que nada tomaba lugar. Fue una ceremonia sencilla y agradezco al juez su esfuerzo por hacer la boda en dos idiomas.
2009
A David se le va el avión... pues decide quedarse a vivir en México antes de encarar la idea de volver a la distancia, según el departamento de inmigración Australiana necesitamos pasar dos años juntos para demostrar que nuestra relación es genuina. A los cuatro meses de esa decisión, se nos convence que es más rápido y funcionaría para nosotros mejor si él se regresa a Australia. En teoría en seis meses podría solicitar una visa para vivir en Australia, y en ese lapso David podría conseguir trabajo y quizás hasta donde residir. La segunda mitad del año se trató de recolectar requisitos para poder tramitar una visa tipo 309 (esposa cuya pareja se hace responsable por cubrir gastos y ofrecer vivienda, en esencia cero ayuda del Gobierno para mantenerme.
El 31 de Diciembre lo pasé indecisa entre dos invitaciones: Familia o Amigos. Primero la Familia. Nos reunimos en casa de un primo /tía. Pero no me quedé, mis amigos me recogieron y mi familia entendió mi deseo por asistir, así que pude disfrutar de ambos eventos. Me perdí de cosas que pasaron entre familia pero disfruté la compañía de mis amigos.
2010
El año nuevo lo recibí en manada. Contar en reversa la llegada de la media noche fue para nosotros el inicio de la pachanga, la excusa para bailar y cotorrear durante horas. No dormimos hasta que nos agarró el día.
El año nuevo lo recibí en manada. Contar en reversa la llegada de la media noche fue para nosotros el inicio de la pachanga, la excusa para bailar y cotorrear durante horas. No dormimos hasta que nos agarró el día.
Metí oficialmente la solicitud para mi Visa en Febrero -- juntar los requisitos me había llevado más de seis meses. Por Mayo me salieron con la novedad de que no encontraron mis resultados médicos, por lo tanto tendría que volverlos a hacer. La gracia me costaría (de nuevo) mil y garra en examen, dos mil en transporte para visitar la ciudad donde puedo encontrar a uno de los pocos doctores autorizados por el departamento de Australia para llevarlo a cabo. Afortunadamente encontraron el expediente antes de que terminara de hacer mis maletas y ya no pasó a más. A las pocas semanas recibí mi tan preciada visa 309: Mi permiso para emigrar a Australia.
Tuve el placer de trabajar como recepcionista en una pequeña clínica dental. Agradezco muchísimo que en esos meses fui más que una simple trabajadora, pues me sentí bienvenida. Opiniones y consejos sinceros no me faltaron. Dejé mi cargo faltando dos semanas para tomar un avión -- no con firmeza, si por mi fuera hubiera trabajado hasta el último día.
El 26 de junio fue el último día que desperté en México. El día que le di la espalda a todo lo que rodeó mi existencia por seguir mi corazón. Un brinco a lo desconocido.
